Siempre tuve una debilidad por los textos que escribe Poldy Bird, y esto ocurre desde que tengo uso de la memoria prácticamente.
Me acuerdo que cuando era chica, mi tía le dio dos libros a mi hermana (no se los obsequió, simplemente fue como uno de esos préstamos que se hacen sabiendo que no lo son en verdad). Uno de esos libros, tenía en la tapa la imagen de una chica llorando y el título no era muy agradable que digamos para mí. Supongo que mi mamá me explicó que no se lo recomendaba leer con "rimmel" ya que éste se corría fácilmente con el llanto. Basándome en esa explicación, en la impresión que me daba el azul tan tétrico de la tapa y en que no me fascinaba ni un poco leer, decidí seguir con mi vida normalmente ignorando el hecho de que existía ése tipo de libro y que, estaban en el poder de mi hermana (a tan sólo una biblioteca de mi alcance).
Ahora bien, no sé en qué momento pasó que simplemente me acerqué a esos dos libros que tan sólo un par de años antes me parecían espantosos. Estaban casi destruidos (no tanto como lo quedaron después de que me adueñara completamente de ellos), pero a la vez remendados con cintas. Lo más lindo que tenían (y tienen, porque ahora yo también formo parte de eso) es poder encontrar en ellos algo (como tal vez un boleto o una flor seca envuelta en un papel) señalando el cuento favorito de alguien. Y ni hablar de las dedicatorias... Pero bueno, yo quiero contarles que decidí sumarme a esa casi tradición de marcar el cuento favorito de cada mujer de esta familia la vez que encontré un pez hecho en origami (muy lindo por cierto) que mi mamá confesó haber hecho para un trabajo cuando estudiaba (sí, así de tantos años tenía/tiene); creo que ni siquiera lo pensé, tomé el pez hecho de papel y lo puse en la página número 17 de "Cuentos para leer sin rimmel", donde se daba inicio al único cuento de Poldy que logró trasmitirme esa angustia tan horrorosa mezclada con temor que sigo sintiendo cada vez que lo leo. Aún así "Esa no era mamá" será por siempre mi relato preferido.
Sé que tal vez no tenga mucho sentido que haga una entrada recordando cosas como las que escribí arriba, pero por algún extraño motivo hoy volví a agarrar los libros (esos dos y uno que me compró mi vieja el año pasado), y no pude evitar pensar en lo hermoso y gratificante que sería poder tener todos sus libros, todos sus textos, y que si el día de mañana llegara a tener una hija (o hijo, por qué no) ella pudiera sentir el mismo encanto que sentí yo la primera vez que elegí leer un libro de Poldy Bird.